“Nos las ponemos nosotros mismos”, asegura este nadador grancanario que, con una sola pierna, completó el sábado los ocho kilómetros de la Travesía a Nado de Fuencaliente

Javier era un chico normal. Le gustaba tocar la guitarra y ver a la UD Las Palmas en el estadio de Gran Canaria. Pero un mal día un accidente cambió su vida. Su pierna izquierda quedó muy dañada y hace siete meses tuvieron que amputarle parte de esa extremidad. Obviamente esta lamentable circunstancia le cambió la vida. Pero jamás se rindió y ahora logra cosas que antes ni siquiera hubiera imaginado. El pasado fin de semana completó la distancia reina de la primera Travesía a Nado de Fuencaliente, organizada con enorme éxito por la empresa palmera Ociosalud. Nadó ocho kilómetros en aguas abiertas por la costa fuencalentera con un mar embravecido y lleno de medusas. Pero no es nada. Su altura de miras es mucho mayor. Sus próximos retos son tan temibles como espectaculares.

Javier Rodríguez es de Las Palmas de Gran Canaria, donde también reside. La suya es una de esas historias de superación que te dejan con la boca abierta. “En el año 2016 sufrí un accidente en la pierna que me provocó una discapacidad. Me caí de un muro y la pierna quedó en un estado bastante delicado. Me generaba bastantes problemas, como infecciones y demás. Después de ese accidente empecé a nadar. Antes de eso yo no hacía deporte. Fue esa discapacidad la que motivó a superarme”, relata a DIARIO DE AVISOS.

Fue a raíz de su accidente cuando empezó a nadar. “Escogí la natación en aguas abiertas y en particular las largas distancias, que es lo que más me gusta. Precisamente encontrarme con el mar picado, como el que había en Fuencaliente, es mi debilidad”, cuenta Javier. Y no le falta razón. Los 140 nadadores que afrontaron la travesía fuencalentera dan fe de que el mar estaba furioso el pasado fin de semana, especialmente el trayecto que separa la playa de Echentive con la del emblemático faro. A eso le añadimos las muchas aguavivas que dejaron su recuerdo en los cuerpos de aquellos nadadores que no nadaron con traje de neopreno.

SUS PRÓXIMOS RETOS SON AÚN MAYORES, PUESTO QUE YA PREPARA UNA PRUEBA DE 23 KILÓMETROS EN GALICIA Y OTRA DE 30 EN EL SUR DE TENERIFE

Resulta obvio pensar que para nadar una distancia así, con una sola pierna, hay que trabajar mucho, tener mucha disciplina y aplicar mucho esfuerzo: “Yo entreno todos los días. Me levanto a las seis de la mañana y a las 6.30 ya estoy en el agua. Entreno entre cuatro y cinco mil metros, de lunes a viernes, y los fines de semana toca la tiradita al mar. Hay que trabajar, porque la natación es un deporte muy sacrificado. Si estás una semana sin entrenar, luego te pegas dos para volver al estado en el que estabas. Aún así, es una disciplina que me da muchas satisfacciones.

Como a Javier le gustan las emociones fuertes, no escogió nadar en piscina, sino la modalidad con mayor dificultad: la de aguas abiertas. “Como a todo buen canario, el mar me encanta y yo animo a todo el mundo a que nade en Canarias en aguas abiertas. Los fondos que ves son espectaculares, como los que hemos visto en Fuencaliente, que incluso hemos podido nadar por aguas de la Reserva Marina. Además, hay que destacar el ambiente que hay entre los nadadores. Nadar sobre una raya negra lo veo menos entretenido, la verdad”, explica el grancanario, que además compagina su hobby, la natación, con su profesión. Es administrativo, un trabajo que también se ha adaptado a sus circunstancias. “Me levanto precisamente a las seis de la mañana para nadar antes de ir a trabajar, luego echar mi jornada y por la tarde dedicarme a mi familia, a mi casa, a los amigos y al ocio”, indica.

Lo más curioso de todo es que nadar los 8.000 metros de la Travesía de Fuencaliente fue casi un entrenamiento para Javier, quien tiene la escopeta apuntando a retos de mayor envergadura, como él mismo relata: “Mi próximo reto es hacer 23 kilómetros en Galicia, en una prueba en la que se nada en una de las tres rías gallegas. Luego quiero ir al Mar de las Calmas, que son 18 kilómetros y ya tengo la experiencia de haberlo hecho, y quiero hacer también una prueba de 30 kilómetros en el sur de Tenerife. Ese sí que es un reto enorme, porque son muchas horas en el agua, pero lo estoy preparando a conciencia.

En definitiva, la suya es una historia de superación, de decir hago esto porque soy capaz y puedo. “Yo animo a la gente a que haga lo que se propone, porque no hay barreras. Quiero darle las gracias a la organización de la prueba, que es la empresa palmera Ociosalud-Yourteam, porque contacté con ellos esta misma semana (la pasada) para anunciarle que iba y que si me podían prestar algo de apoyo para el tema de las muletas y de salir y entrar al agua. Era mi primera travesía tras la amputación, iba con una pierna ortopédica a una playa que no conozco y la organización ha estado perfecta. Se ha responsabilizado de mí y de mis cosas. Este es el ejemplo que hay que dar y por eso animo a la gente que no hace deporte porque tiene alguna discapacidad y miedo a verse sola. Siempre hay organizaciones ejemplares como esta que te echan una mano. Las barreras nos la ponemos nosotros”, concluye Javier, a quien la falta de una pierna no le ha impedido cumplir sus sueños.